
Los años noventa marcaron un período emocionante en la ciudad de Granada cuando los jóvenes comenzaron a explorar el mundo del techno y otros géneros de música electrónica. Para nosotros, eran sonidos nuevos, una vanguardia que nunca habíamos experimentado antes.
En aquel entonces, lugares emblemáticos como Copera competían con otros locales como Energía para presentar a los artistas internacionales más innovadores. Hablo de «artistas» en el sentido más genuino de la palabra, no de lo que hoy entendemos por artistas. Semana tras semana, disfrutábamos de sesiones memorables con jóvenes como Óscar Mulero en cuatro platos, junto a Ángel Molina, Gaetano Parisio, Kenny Larkin,Jeff Mills, Surgeon, Antony Rother,John Digweed,James Holden,Rex the Dog, Ben Sims, Freq Nasty y muchos más. No importaba el género; la calidad era constante.
Hoy en día, aunque siguen ofreciendo actuaciones de alta calidad, también hay ocasiones en las que nos encontramos con actuaciones que no cumplen con nuestras expectativas. De aquello nacieron otros clubes más pequeños que nos ayudaron a crecer musicalmente. La educación musical implica mostrar el camino correcto desde la ignorancia del que debe ser educado, no mostrar lo que dicte el mercado sin proporcionar un verdadero beneficio musical.
En aquellos años, construimos una escena sólida basada en la cultura techno y la cultura DJ, pero ahora vemos cómo esta es eclipsada por modas pasajeras de calidad cuestionable.
Esto demuestra cómo las salas, promotores y otros actores influyentes en nuestra escena tienen el poder de construir una escena de calidad o de socavarla al seguir las tendencias del mercado. Esto puede llevar a perder su verdadera identidad.
Industrial Copera, por ejemplo, siempre fue considerada un templo del techno, y ver fiestas temáticas que no tienen relación con ese legado es chocante.
Luego tenemos festivales dirigidos por DJs veteranos y profesionales, quienes son en gran medida responsables del futuro de nuestra escena. Sin embargo, es contradictorio que, al mostrar al público que un DJ es similar a muchos de los «productos de marketing» que se programan, se distorsione la imagen del DJ real. Esto podría perjudicar la comprensión del público sobre la auténtica esencia del DJ.
Este no es un llamado a la crítica, sino a la reflexión. En Granada, contamos con una rica subcultura underground que sigue apostando por la calidad y la esencia de la cultura DJ. Sin embargo, es esencial recordar que los actores más influyentes son los responsables de nutrir y crear una escena de calidad. Educar y apostar por la calidad es crucial para el futuro de todos nosotros.
DigitalKaos.

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